

José Juan Conejo Pichardo
9 abr 2025
Lo más trascendente en Morelos
El escándalo que envuelve a Cuauhtémoc Blanco ha generado una fractura interna en Morena, pero también ha dejado al descubierto una preocupante omisión por parte de colectivos feministas, defensoras de derechos humanos y diversas ONG’s que, en otros contextos, se han pronunciado con vehemencia ante casos de violencia contra las mujeres. En esta ocasión, su silencio resulta ensordecedor.
Estamos acostumbrados a ver a estos grupos organizando bloqueos, marchas, conferencias de prensa y protestas en defensa de los derechos de las mujeres. Sin embargo, cuando se trata de señalar a un personaje políticamente protegido, como en el caso de Cuauhtémoc Blanco, el activismo parece desvanecerse. La pregunta es inevitable: ¿por qué no lo han hecho esta vez? ¿Es acaso que solo apoyan ciertas causas cuando resultan convenientes? ¿Es que el amiguismo o los intereses políticos pesan más que la defensa de los derechos humanos?
La doble moral en la lucha por los derechos de las mujeres se hace evidente cuando observamos que algunas activistas y colectivos han mantenido un perfil bajo respecto a este caso, mientras en otros momentos alzan la voz con fuerza y determinación. Esto pone en tela de juicio la credibilidad de estas organizaciones y su genuino compromiso con las mujeres que dicen representar.
Es fundamental cuestionarnos si estas posturas responden a preferencias partidistas que se anteponen a los ideales de justicia que tanto proclaman. ¿Se movilizan solo cuando el acusado no pertenece a su círculo cercano o no representa intereses políticos afines? La falta de pronunciamientos contundentes, de exigencias claras de justicia y de demandas para que el acusado enfrente a la ley sin el amparo del fuero legislativo, revela una incongruencia alarmante.
En otros casos, cuando se trata de funcionarios de oposición o personajes ajenos a su grupo de influencia, no dudan en exigir la separación del cargo y el procesamiento legal inmediato. Sin embargo, ahora, cuando el señalado es un aliado político de su corriente ideológica, prefieren guardar silencio. ¿Dónde quedaron esas proclamas de “justicia, justicia” y “ya basta de impunidad”? ¿Por qué no exigen la destitución de Cuauhtémoc Blanco mientras enfrenta el proceso judicial?
La lucha por los derechos humanos debe ser imparcial y congruente. No puede depender de los intereses partidistas o del grado de cercanía con los acusados. Si realmente buscan justicia para todas las mujeres, deben actuar con la misma contundencia independientemente de quién sea el señalado.
Al no hacerlo, dejan una huella de hipocresía que erosiona la legitimidad de sus causas y provoca desconfianza entre la ciudadanía. La congruencia en el activismo social es esencial para mantener la credibilidad y el respeto. Los derechos humanos no pueden ser utilizados como herramienta de conveniencia política.
La exigencia es clara: las ONG's, colectivos y líderes feministas deben pronunciarse con la misma fuerza con la que lo han hecho en otros casos. Su silencio no solo perjudica a las víctimas, sino que también envía un mensaje negativo a la sociedad sobre la manipulación de las luchas sociales según los intereses personales o políticos. Si realmente luchan por todas las mujeres, esta es la oportunidad para demostrarlo con acciones y pronunciamientos contundentes.