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“¿Y MI AMIGO IMAGINARIO?”

Alejandro Ruiz

19 sept 2024

“El mundo necesita soñadores y el mundo necesita hacedores, pero, sobre todo, el mundo necesita soñadores que hacen.” (Sarah Ban Breathnach)

EL ESTADO EMOCIONAL.


¿Cuántas veces enfrentamos situaciones adversas que necesitamos acciones de consuelo que alivien nuestra alma? ¿Cómo hacemos para escuchar palabras que nos orienten si en el fondo somos nosotros los que únicamente queremos hablar? ¿Qué tan difícil es comprender que no se puede exigir a alguien que sea confiable cuando nosotros hemos sido los que hemos fallado? No cabe duda de que esto que pudiera ser sencillo de responder para muchos; hay algunos que no saben hacerlo y ahogan sus cuestionamientos en el fondo de su ser. De hecho, habiendo tantos dispositivos digitales y medios electrónicos para facilitar las comunicaciones, resulta impresionante que cada vez más las personas se encierran en ellas. Hace unos días me comentaban unos amigos psicólogos que lejos de ser la generación de la integración y sociabilización provocada por la globalización y las telecomunicaciones; hoy por hoy, las personas, en especial, los jóvenes cada vez se sienten más solos, provocando, entre muchas situaciones, su necesidad de acercamiento virtual o la puerta falsa que pueden parecerles las bebidas, sustancias o prácticas que los llevan a las adicciones. Cada vez es más frecuente encontrar en sitios públicos a personas que dialogan consigo mismos en voz alta, desdeñando el buscar la compañía de otros o bien, estándolo, ausentarse en sí mismos, distraerse con su dispositivo o simplemente, mostrarse tan ausentes, pese a que se sepan presentes frente a otros. Pretender encontrar explicaciones, sin duda alguna, nos llevaría a no tomar las razones de ellos en cuenta; razón por la cual, prefiero preguntarle a alguien el motivo de su actuar distante de mí que dar rienda suelta a mi imaginación. En ese sentido, resulta bastante lógico recordar que la mejor manera de salir de dudas es preguntar y, por loco que esto parezca, es usualmente lo último que pasa. En fin, este es el mundo que nos toca vivir y en para el cual, estar acompañados de nuestra soledad es una práctica común. Tan irónico como común, pero … ¿te has dado cuenta de que muchos se encierran a crear amigos en su interior que a aprovechar a los que la vida les presenta?


ME CAIGO REBIEN.


Cuando he platicado con amigos sobre si hablan consigo mismo, siempre me responden afirmativamente, no porque estén locos, sino porque son “a todo dar” y lo hacen porque al escucharse aprenden de sí, analizan y encuentran una solución accesible para ellos. Y es curioso, pero cuando hacen esto, usualmente lo hacen hablándose en diminutivo o bien, a través de sentirse como terceros a ellos. Esto que pudiera sonar ilógico o bien, carente de realidad, me recuerda mucho de cuando en nuestra niñez, al no tener con quien jugar, hablamos con un tercero ideal e incluso, podíamos competir con él para mostrar nuestras habilidades. Conforme lo descubríamos, al momento de que estábamos solos o bien, en una situación que consideráramos especial, nos daba por hablar con él. Era usual que, al platicar con nuestros padres, habláramos de éste de una manera tan convincente que en más de una ocasión concibieron que podía tratarse de alguien real que por distracción no les hubieran presentado. Esta ilusión que nos acompañó de pequeños y en menor medida en la adolescencia, fue desapareciendo con el paso de los años a tal grado de que, si en la madurez nos comentaran de su existencia, sería difícil dar detalles al respecto. Con la inocencia con que los creamos, seguramente los veíamos como los cómplices de las aventuras que anhelamos tener, máxime si se eran con fines lúdicos, les dimos habilidades, talentos y desde luego la inteligencia para sacarnos de apuros y la paciencia para aguantarnos a pesar de nuestro humor o de las condiciones en que nos encontráramos; incluso, fueron tan importantes que hasta les dimos la opción de orientarnos y abrigarnos cuando lo necesitamos. Es probable que, ante la falta de recuerdos, sólo nos invada un sentimiento de alegría o felicidad por lo vivido; sin embargo, si hoy nos encontrara ese amigo imaginario en un momento de tranquilidad … ¿estaría dispuesto a compartir con quienes ahora somos?


UN AMIGO FIEL.


Si hoy nos dieran la oportunidad como mayores de tener un compañero de viaje para las aventuras inesperadas que nos ofrece el resto de nuestra vida, seguramente pretenderíamos que fuera alguien que buscara compartir calidad de tiempo para aquellas ocasiones que así lo exijan, sin temores ni prejuicios y con mayor determinación para ir al frente y arriesgarse. Toda vez que nos conoce desde nuestras primeras andanzas, podemos ser tan francos como nos lo permitamos y dejar de lado máscaras que utilizamos en nuestro entorno como mecanismos de defensa. No habría reproches por nuestra conducta ni mucho menos, presiones para mostrar madurez. El único espacio para el amor sería hacia nosotros, el de aceptarnos por quienes somos y los sueños que realicemos. La adversidad perdería su perfil de seriedad y sería tan divertida como nuestra ocurrencia se presentara. Es válido pensar que, si eres una persona de fe, seguramente lo considerarás tu ángel de la guarda. A veces pensamos de lo útil que sería aún tenerlo a nuestro lado porque nos ayudaría a expresar y con ello liberar sentimientos, emociones e incluso, inhibiciones. Quizás no dejemos conflictos o miedos que nos compliquen la vida; sin embargo, seguro es que nos daría nuevas perspectivas para afrontarlas y desde luego, tranquilidad en nuestro actuar. De darse ese contexto, es seguro que la seguridad que nos brindaría alguien tan especial como nuestro amigo imaginario, nos dotaría de mayores y mejores aptitudes y un cambio de actitud para lo que se presente, sin importar su dificultad. Ahora bien, sabemos que tales seres producto de nuestra imaginación no existen, pero … ¿por qué no nos damos unos minutos de nuestros días para nosotros para meditar, reflexionar o simplemente pensar las cosas de la manera que más nos beneficien?


MÁS QUE UNA LUZ EN EL CAMINO.


Sabemos que siempre habrá problemas que superar, adversidades para simplificar o contrariedades por brincar; no obstante, de lo que debemos estar convencidos es de que depende de nosotros pasar por ellas con éxito. Siempre me han dicho que la dimensión de una dificultad depende del tiempo que te tomes en analizarla; no pretendas que la reacción intuitiva te dé los resultados deseados si éstos no los has pensado, por el contrario, ve las opciones que tienes e implementa las acciones necesarias para llegar a ellas. Recuerdo que en la escuela nos decían los profesores que no buscáramos tener una calificación notable si nuestro esfuerzo era reprobable. Por más que deseemos que la magia se presente en nuestra vida, esta no va a llegar a cambiar un destino que renunciamos construir, mucho menos lo hará un amigo imaginario que tenga una capacidad cuestionada por nuestra imaginación, lo que debemos hacer es darnos tiempo de razonar, quizás de la misma manera como si éste existiera más allá de nuestra fantasía y comprender los alcances de nuestras capacidades en relación con las dificultades. Seguro es que cuando platicas un contratiempo puedes encontrar una salida satisfactoria; en ese sentido, haz que tus neuronas se comuniquen, tus sentidos se confronten y como resultado, tengas la película completa de lo que pasa y de qué manera se resuelve. Pensar que cada vez que lo intentas será un triunfo es por demás loable pero imposible, pero prepararte lo suficiente para lograrlo te dará más elementos para hacerlo posible. Desde luego, no siempre habrá alguien a tu lado para aplaudirte o impulsarte, pero en ti siempre estará la posibilidad de ser tu propio apoyo y no decaer más allá de lo necesario para impulsarte y volverlo a hacer tantas veces hasta obtener el resultado que te has propuesto. Tan válido es desearlo como legitimo el disfrutar su consecución … al final como al principio … ¡todo depende de ti! Y si la niñez te dio la suficiente creatividad para crear a tu ser incondicional que estuviera contigo en las travesuras y los castigos, no lo pierdas; haz que resurja de tu imaginación y te apoye desde tu corazón y tu mente. Es curioso, pero al escribir esta columna en mi mente y corazón ha habido un diálogo que permitió comentar este artículo con mi gran amigo imaginario, él está en mí y surge desde mi inspiración y creatividad. Por más loco que sea, siempre es un placer trabajar con él en mis actividades literarias. Y tú … ¿TE PERMITES JUGAR CON TU IMAGINACIÓN?


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