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Aranceles automotrices: Trump desafía a la industria y apuesta por lo nacional

José Juan Conejo Pichardo

1 abr 2025

Geopolítica

La reciente declaración del Presidente Donald Trump sobre los aranceles automotrices ha generado un fuerte revuelo en la industria y entre expertos económicos. Durante una entrevista telefónica con NBC News el pasado 29 de marzo, Trump expresó sin titubeos que "no le importa en absoluto" si las automotrices extranjeras suben los precios de sus vehículos en respuesta a los nuevos aranceles del 25% que su administración está dispuesta a imponer a todos los automóviles y componentes fabricados en el extranjero a partir del 2 de abril. La firmeza de su postura refleja una estrategia de protección a la industria automotriz nacional que, a su juicio, se ha visto afectada por décadas de políticas comerciales desfavorables.


El mensaje de Trump fue claro: si las automotrices desean evitar el pago de estos aranceles, deberán fabricar sus vehículos dentro de Estados Unidos. "Si fabrican sus autos en Estados Unidos, van a ganar mucho dinero", aseguró Presidente. No obstante, fue tajante al afirmar que nunca les pidió a los directores generales de las empresas automovilísticas que evitaran subir los precios como consecuencia de estas medidas.


Esta postura desafiante busca, según el propio Trump, incentivar el consumo de automóviles estadounidenses al hacer menos competitivos los vehículos importados. "Espero que suban los precios, porque si lo hacen, la gente va a comprar coches fabricados en Estados Unidos", sentenció. Para él, el encarecimiento de los vehículos extranjeros es una consecuencia que el consumidor estará dispuesto a asumir si ello significa apoyar a la industria nacional.


Desde el entorno político y económico, algunos expertos cuestionan la viabilidad de esta medida. Si bien el argumento de fortalecer la producción interna suena lógico desde una perspectiva proteccionista, el impacto en el bolsillo de los consumidores puede resultar considerable. Además, otros países podrían responder con represalias comerciales, afectando otras industrias estadounidenses.


Sin embargo, Trump se muestra inquebrantable en su convicción. Según él, estos aranceles, que denomina el "Día de la Liberación", serán permanentes, ya que considera que Estados Unidos ha sido "estafado" por el comercio internacional durante más de 40 años. Para el Presidente, esta medida no solo equilibra la balanza comercial, sino que también envía un mensaje contundente de justicia económica.


A pesar de la polémica, el gobierno ha hecho algunas concesiones temporales para empresas que importan vehículos bajo el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA), mientras se desarrolla un proceso para aplicar los aranceles de manera más ordenada. No obstante, Trump advierte que solo negociará con países que estén dispuestos a ofrecer "algo de gran valor", de lo contrario, no habrá margen de negociación.


Esta postura deja claro que la administración Trump opta por la confrontación directa en materia comercial, apostando al fortalecimiento de la manufactura nacional a costa de posibles tensiones diplomáticas y económicas. ¿Será esta estrategia sostenible a largo plazo o terminará afectando a los consumidores y la economía estadounidense en su conjunto? El tiempo y las reacciones internacionales serán determinantes para medir el impacto real de esta controvertida política comercial.


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