Hector Huerta
18 dic 2025
La hora de hacer un balance del torneo llegó y Cruz Azul se fue con las manos vacías, como casi siempre
Un “ya merito” que, por fortuna para los que toman decisiones, no tendrá consecuencias ni culpables.
Eso ocurre cuando las autoridades se vinculan en una amistad que soporta críticas y señalamientos porque uno está convencido del otro. Es el caso de Víctor Velázquez, el presidente, e Iván Alonso, el director deportivo.
Alonso se sintió traicionado por Vicente Sánchez porque no le informó (a pesar de que eran roomies) que el presidente lo había nombrado técnico interino ante la salida de Martín Anselmi. Iván ya estaba comprometido con su primo Diego Alonso de que él era el elegido y hasta le habían mandado informes técnicos para que se fuera empapando. Iván incluso ya había ordenado registrar en la Liga a Joel Huiqui como entrenador interino para el partido contra el Puebla.
Pero Víctor Velázquez, que entonces no era tan amigo como es hoy de Iván, decidió poner a la dupla Vicente Sánchez–Rubens Valenzuela como los responsables para dirigir una semana con fecha doble, que incluía un partido en casa contra Puebla y dos de visita ante Necaxa y Tijuana. Iván hizo su coraje, pero no le quedó otra que acatar la decisión del jefe, a la espera de que se produjeran derrotas que le permitieran traer a su primo Diego.
Nadie esperaba que Vicente y el profe Rubens sacaran un empate de local y dos triunfos en las difíciles canchas de Necaxa y Tijuana. De nueve puntos ganaron siete. No podían correrlos. Los fueron dejando, semana a semana, filtrando entre sus aliados noticias falsas de que el grupo no los quería, que no mandaban en el vestidor y que había muchas fricciones con sus jugadores. Todo falso.
Y así se la fueron llevando hasta llegar a 17 partidos consecutivos sin perder, hasta llegar a una final invictos en la Concacaf Liga de Campeones y hasta ganar ese trofeo, goleando en el último partido al Vancouver de la MLS.
Pero en la Liga, con un sospechoso error de Kevin Mier en el partido de vuelta, cuando Cruz Azul ganaba el global 2-0 al América, el penalti tonto cometido por el arquero colombiano le devolvió vida a las Águilas y, con marcador global de 2-2, avanzaron a la final por posición en la tabla.
Esa eliminación sellaba el futuro de Vicente. Iván tenía el arma para cortarle la cabeza, tal como ocurrió. Unos días después, Cruz Azul levantó el único trofeo ganado en los últimos dos años y, de la mano de Vicente, se proclamaron campeones de Concacaf.
Un día después de la coronación se anunció su despido. Vicente calificó a Cruz Azul para el Mundial de Clubes de 2029, lo calificó directo al siguiente torneo de Concacaf, le hizo ganar varios millones de dólares y, a pesar de eso, lo despidieron dándole 900 mil pesos que le faltaban por cobrar en los seis meses restantes como entrenador de la Sub-23, en la que ganaba 150 mil pesos al mes. Ha sido el entrenador más barato en la historia de esta administración. Y ganando 150 mil al mes levantó el único trofeo en la gestión de su hoy enemigo Iván Alonso.
Lo que ocurre a nivel directivo parece patológico, porque los dos hombres que le han dado trofeos a Víctor Velázquez salieron por la puerta de atrás y acusados de anomalías. A Álvaro Dávila y Juan Reynoso, artífices del único título de liga post Billy Álvarez, los corrieron en medio de rumores maliciosos; y a Vicente y al profe Rubens también les dieron una patada en el trasero por ser campeones de Concacaf, aludiendo que no usaban la tecnología que el club compró en cientos de miles de pesos.
Este semestre, ya sin Vicente y sin Rubens, Cruz Azul ganó el nadaplete en todas sus categorías. No llegó a ninguna final en la varonil, en la femenil, en la Sub-21, Sub-19, Sub-17 y Sub-15, y también selló otros fracasos en la Leagues Cup (incluyendo el categórico 7-0 que aceptaron del Seattle Sounders) y, finalmente, la derrota en la final Interamericana que Vicente les consiguió, en la que Nicolás Larcamón perdió 1-2 ante el Flamengo.
Pero no habrá consecuencias ni culpables porque Cruz Azul hoy se maneja vía amiguismo: Víctor Velázquez protege a Iván Alonso e Iván protege a Larcamón. Y todos felices, con un nuevo fracasotototote a cuestas.
Viva la amistad azul.
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