

José Juan Conejo Pichardo
2 jun 2025
Politica
La elección judicial promovida por el gobierno federal, la primera de su tipo en la historia de México fue planteada como una muestra del “poder del pueblo” sobre el sistema de justicia. Sin embargo, con apenas un 13% de participación ciudadana, el ejercicio terminó evidenciando no una democratización del Poder Judicial, sino su vulnerabilidad y el fracaso operativo y político de una reforma apresurada, carente de planeación, legitimidad y respaldo social.
El oficialismo, liderado por Claudia Sheinbaum, ha calificado la jornada como un “éxito”, apelando a los 13 millones de votantes como si fueran expresión suficiente de respaldo popular. Pero en el fondo, la elección fue un autogol de la 4T. La baja participación, la confusión generalizada y el desprestigio del proceso reflejan una ruptura entre el discurso triunfalista del poder y la realidad en las calles.
10 FALLAS ESTRUCTURALES DE LA ELECCIÓN JUDICIAL
Saturación de Cargos en la Boleta:
Más de 2,600 cargos sometidos a voto. El volumen resultó inabarcable para el electorado. Urge limitar la elección popular a los tres tribunales superiores y dejar el resto a un sistema técnico y meritocrático.
Bajos Requisitos para Candidatos:
Se abrió la puerta a miles de aspirantes sin experiencia ni trayectoria. El resultado fue una boleta llena de perfectos desconocidos, inabarcable para el ciudadano común.
Comités de Selección sin Dientes:
Mal integrados, sin presupuesto, sin tiempo. Validaron perfiles ligados a redes criminales y personajes con historial ético cuestionable. Uno de los errores más graves del proceso.
Distritación Judicial Obsoleta:
Pensada para facilitar la vida del poder, no para garantizar una elección equitativa. La negativa del Consejo de la Judicatura Federal a redistritar paralizó cualquier posibilidad de racionalidad electoral.
Sobreoferta de Candidaturas:
Hasta 64 aspirantes para una sola plaza en la Suprema Corte. Una saturación que enturbió la elección y diluyó el voto informado. Se necesita calidad, no cantidad.
Acceso Inequitativo a Medios:
Si bien es correcto limitar el gasto para evitar la captura del poder judicial por intereses económicos, se requiere garantizar visibilidad mínima para los punteros, no una equidad ficticia que invisibiliza a todos.
Paridad Mal Implementada:
Imponer candidaturas únicas en nombre de la paridad fue antidemocrático. La pluralidad no puede sacrificarse por fórmulas burocráticas.
Ruptura con el Poder Judicial:
Excluir a la Judicatura del diseño electoral fue un error estratégico. La confrontación debilitó la legitimidad del proceso.
Boletas Ininteligibles:
Más de seis papeletas, con múltiples candidatos por cargo, sin partidos de referencia y números confusos. El diseño fue una trampa para la participación.
Reforma Urgente e Integral:
El modelo actual es insostenible. Requiere rediseño inmediato si se piensa replicar en 2030, año que además traerá comicios presidenciales y estatales simultáneos.
UNA VICTORIA EN NARRATIVA, UN DESASTRE INSTITUCIONAL
La narrativa del gobierno busca apropiarse del concepto de democracia directa. López Obrador, ausente por meses, reapareció simbólicamente para votar y reforzar la idea de una transformación histórica. “México es hoy el país más democrático del mundo”, dijo Sheinbaum. Pero en realidad, lo que ocurrió fue una desmovilización masiva del electorado.
La mayoría de los votantes no conocía a los candidatos. La falta de partidos, referencias, rostros o trayectorias claras desincentivó la participación. Se sustituyó la elección por el azar. La oposición, por su parte, boicoteó pasivamente el proceso, incentivando la abstención. Pese a ello, desperdició la oportunidad de influir estratégicamente colocando sus propias fichas en las cortes.
El sistema de elección judicial por voto directo no existe en esta escala en ninguna democracia del mundo. La improvisación mexicana lo ha llevado al absurdo: un sistema que no fortalece la justicia, pero sí expone su fragilidad ante la polarización y la manipulación política.
La elección judicial no cumplió su objetivo de acercar al pueblo al sistema judicial. Lejos de ello, exhibió las limitaciones de la participación sin información, sin estructura y sin institucionalidad. Si se pretende sostener este modelo, debe ser profundamente replanteado desde la razón y no desde el dogma.
Lo contrario solo llevará a una justicia aún más débil, manipulable y alejada del ciudadano.