

Por José Juan Conejo Pichardo
21 abr 2025
Geopolítica
Estados Unidos ha entrado en una nueva era de incertidumbre geoeconómica. Las palabras del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, resuenan como una advertencia no sólo para Wall Street, sino para el mundo entero: “No hay experiencia moderna sobre cómo abordar esto”. El contexto al que se refiere Powell no es una crisis financiera, ni una burbuja tecnológica, sino algo mucho más estructural: el rediseño profundo de la política comercial estadounidense.
El 16 de abril, ante el Economic Club de Chicago, Powell rompió el silencio sobre un asunto que hasta hace poco parecía tabú en los círculos financieros: los aranceles impuestos por la administración Trump están desafiando los fundamentos mismos sobre los que se construyó la hegemonía estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial.
El Riesgo de una Tormenta Perfecta
Los aranceles no son solo cifras ni herramientas de negociación. Son armas en una guerra económica que amenaza con golpear el núcleo del doble mandato de la Fed: estabilidad de precios y pleno empleo. En un entorno global cada vez más interconectado, las decisiones unilaterales de Estados Unidos no sólo afectan su propia economía, sino que desestabilizan cadenas de suministro globales, provocan inflación transnacional y erosionan la confianza de los mercados emergentes.
“Podríamos encontrarnos en una situación difícil en la que nuestros objetivos del doble mandato entren en conflicto”, advirtió Powell. Una afirmación con enorme carga geopolítica: significa que la Fed podría verse forzada a elegir entre mantener el empleo o controlar la inflación, mientras la política comercial de la Casa Blanca empuja en ambas direcciones.
La Fed ahora enfrenta el dilema de decidir si responde con una reducción de tasas para amortiguar el golpe económico –arriesgando inflación sostenida– o mantiene una política restrictiva –condenando al desempleo a cientos de miles de trabajadores.
El Efecto Powell: Una Economía al Borde del Abismo
El crecimiento estadounidense ya muestra señales de debilitamiento. El modelo GDPNow de la Fed de Atlanta estima una contracción del -0.1% en el primer trimestre, después de ajustar los efectos del alza en importaciones. Las empresas, anticipando la tormenta, aceleraron sus compras antes de la entrada en vigor de los aranceles, distorsionando temporalmente los indicadores de consumo.
Los despidos masivos en el sector público, que alcanzan los 280,000 puestos eliminados en solo tres meses, suman presión a una economía que camina por la cuerda floja. A esto se suman las inquietudes sobre la disminución de los niveles de inmigración, un fenómeno que amenaza con revertir décadas de estabilidad en el mercado laboral estadounidense. Powell, no obstante, se mostró cauto y sostuvo que los efectos entre oferta y demanda se compensarían entre sí, aunque muchos expertos dudan de esa visión simplificada.
Intervención en Standby: La Fed Observa, el Mundo Aguanta la Respiración
Pese a la creciente volatilidad en los mercados, Powell se ha mostrado renuente a actuar con premura. Sin ofrecer pistas sobre próximos movimientos, sólo dejó en claro que la Fed esperará a tener “más claridad”. Pero, ¿cuánta claridad es suficiente cuando el tablero mundial se reconfigura a diario?
Mientras tanto, el mercado de futuros apuesta por una baja de tasas en la próxima reunión de junio. Sin embargo, más allá de la política monetaria, lo que está en juego es el modelo económico estadounidense tal y como lo conocemos.
Análisis Geopolítico y Económico: ¿Un Nuevo Orden Mundial en Gestación?
La actual estrategia de aranceles no debe interpretarse únicamente como una herramienta interna de presión económica. Representa un cambio doctrinal en la forma en que Estados Unidos se posiciona frente al orden global. Se trata de una guerra económica que apunta a reconfigurar alianzas, castigar dependencias y consolidar hegemonías.
En lo económico, estos movimientos podrían empujar al mundo hacia bloques comerciales cerrados, desglobalización y una era de proteccionismo. Pero el mayor riesgo es que esta guerra no declarada debilite la posición del dólar como moneda de reserva global, al generar inestabilidad y pérdida de confianza en la neutralidad institucional estadounidense.
Desde el plano geopolítico, este contexto favorece el ascenso de actores como China, India y bloques como el BRICS, que ya trabajan para crear sistemas financieros paralelos. Cada error de política monetaria o fiscal estadounidense podría ser la ficha que caiga en el dominó de un nuevo orden multipolar.
La comunidad internacional, los inversores, los analistas y los ciudadanos deben prepararse: lo que parecía una disputa comercial coyuntural se está convirtiendo en una transformación estructural de la economía global. No entenderlo, es quedar a merced de la tormenta.