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La austeridad que se comieron con caviar: Pedro Haces se limpia la boca con la carta de la Presidenta

José Juan Conejo Pichardo

7 jul 2025

Análisis Político

Mientras Claudia Sheinbaum envía cartas llenas de buenos deseos y exhortos morales a sus correligionarios para que actúen con “honestidad, humildad y cercanía con el pueblo”, los altos mandos de Morena parecen usar esas misivas como servilletas para limpiar el exceso de grasa que les deja la langosta y el caviar.


El cumpleaños 60 de Pedro Haces —el flamante coordinador político de Morena en la Cámara de Diputados y líder sindical de la CATEM— se celebró en el club privado “Caroline’s 400” del lujoso Hotel St. Regis, uno de los recintos más exclusivos de la capital mexicana. Un lugar que presume “exclusividad” como virtud y cuyos platillos como mini tostadas de atún por 320 pesos, mini hamburguesas de cordero por 390, lechón confitado por mil 100, langosta a la mantequilla por 1,290, y un solomillo en salsa de queso por 790 pesos. Su platillo más costoso es el“Caviar Imperial”, con un precio de 9,900 pesos por una porción de 30 gramos acompañada de alcaparras. Un sitio donde los mortales comunes solo entran si ganan la lotería o si venden el coche para poder pagar la cuenta.


Los comensales de aquella noche no eran precisamente empresarios millonarios ni banqueros suizos: eran los “representantes del pueblo”. Ahí estaban Ricardo Monreal, Sergio Gutiérrez Luna, Dolores Padierna y otros legisladores y funcionarios de la 4T, todos muy sonrientes, brindando con mixología de autor y saboreando el “Caviar Imperial” mientras afuera el discurso de austeridad se convertía en un chiste cruel.

¿Dónde quedó el “no mentir, no robar y no traicionar”?, ¿dónde el compromiso con los millones de mexicanos que, mientras ellos levantaban copas, se jugaban la vida en el transporte público o hacían malabares para poner comida en la mesa?, ¿donde quedaron sus palabras falsas de austeridad ante sus afiliados del sindicato CATEM?


Pedro Haces es, sin duda, el emblema perfecto del doble discurso que carcome a Morena. Un personaje que presume cercanía con la clase trabajadora pero cuyo historial revela una obsesión por el dinero fácil y el poder. No olvidemos que en 1998 fue detenido por portación ilegal de arma y robo de vehículo. Después, su empresa SEGLIM obtuvo jugosos contratos en Veracruz y Oaxaca durante gobiernos priistas, señalados por presunto sobreprecio y favoritismo.


En 2021, impulsó la polémica reforma de “cobranza delegada”, que buscaba autorizar a instituciones financieras a descontar créditos directamente desde las nóminas de los trabajadores. Una iniciativa tan impopular que el propio presidente López Obrador se vio obligado a rechazarla en público en 2022.


Por si fuera poco, Haces contrató a la empresa española Eliminalia para “limpiar” su imagen digital y borrar los rastros de su pasado judicial y empresarial. Más de 100,000 pesos gastados para ocultar la mugre en lugar de asumirla con dignidad.


La carta enviada por Sheinbaum en la que pide a los militantes comportarse con ética y recordar que Morena pertenece al pueblo quedó reducida a papel para limpiarse el cu…. El episodio en el St. Regis no es solo una anécdota de excesos, sino un síntoma grave: la arrogancia que precede a la caída.


La llamada “Cuarta Transformación” se vendió como un movimiento moral, casi religioso, que venía a purificar la vida pública de México. Y sí, hubo un momento en que millones creyeron. Pero, ¿cómo sostener esa narrativa cuando sus dirigentes cenan en templos del lujo y el derroche?


Mientras el mexicano promedio lucha contra la inflación, la inseguridad y la precariedad laboral, la clase dirigente de Morena se da festines dignos de emperadores romanos. Se rasgan las vestiduras hablando de austeridad y combaten la “mafia del poder”, pero terminan reproduciendo el mismo patrón de excesos que tanto juraron destruir.


La 4T nos prometió un nuevo régimen moral, pero lo que vemos hoy es el regreso a las peores prácticas: el cinismo descarado, la corrupción maquillada con discursos de izquierda y la traición a los principios más elementales de justicia social.


Morena, el partido que decía “primero los pobres”, ahora se viste de etiqueta para codearse con el caviar y el champán. Pedro Haces y sus invitados no solo pasaron por alto la carta de Sheinbaum, la hicieron trizas con carcajadas y brindis.


La austeridad republicana quedó en el menú de promesas incumplidas, relegada detrás de las tostadas de atún y las mini hamburguesas de cordero. Hoy, la distancia entre el pueblo y sus supuestos representantes se mide en copas de vino de reserva y cuentas millonarias.


El episodio del St. Regis debería ser un punto de inflexión. Una advertencia urgente de que la transformación no puede sostenerse sobre discursos huecos ni sobre líderes que disfrutan del poder como si fuera un banquete privado.


El pueblo observa, y aunque el aparato mediático se esfuerce en minimizarlo, estos lujos obscenos no pasan desapercibidos. No se trata solo de un cumpleaños; se trata de un símbolo del fracaso moral que amenaza con devorar a Morena desde dentro.

¿Habrá alguien dispuesto a recoger la carta de Sheinbaum del suelo del baño del “Caroline’s 400” del lujoso Hotel St. Regis, y volver a escribir en ella los principios olvidados? ¿O preferirán seguir pasándosela, literalmente, “por el arco del triunfo”?

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