

José Juan Conejo Pichardo
26 may 2025
Analisis
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado una nueva cepa del COVID-19, denominada NB.1.8.1, como “variante bajo vigilancia”, luego de un notorio repunte de contagios en China continental. Aunque la OMS asegura que el riesgo actual para la salud pública es bajo, su rápida propagación ha encendido las alertas internacionales.
En una actualización publicada el 23 de mayo, la OMS subraya que, hasta la fecha, no hay evidencia de que NB.1.8.1 provoque una enfermedad más grave que otras variantes en circulación. Además, estima que las vacunas aprobadas siguen ofreciendo protección contra formas sintomáticas y graves del virus.
A pesar de esto, la organización reconoce que en países donde esta variante predomina, se ha registrado un aumento de casos y hospitalizaciones. La OMS no menciona específicamente qué naciones enfrentan estos incrementos, pero expertos en salud han reportado un resurgimiento significativo del COVID-19 en China en las últimas semanas, con síntomas que incluyen un dolor de garganta intenso y ardiente.
El Dr. Li Tongzeng, del Hospital You’an de Beijing, anticipa que el brote alcanzará su punto máximo a finales de mayo. Por su parte, el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades confirmó que la NB.1.8.1 es la cepa dominante actualmente en ese país.
Sin embargo, las cifras oficiales chinas han despertado escepticismo. Mientras el gobierno reporta solo siete muertes por COVID durante marzo, expertos como el Dr. Jonathan Liu, del Colegio Canadiense de Medicina Tradicional China, consideran inverosímil esa cifra, comparándola con las más de 200 muertes mensuales registradas en Canadá, un país con menor densidad poblacional y altos estándares sanitarios.
El historial del Partido Comunista Chino (PCCh) alimenta estas dudas: desde el inicio de la pandemia ha sido acusado de ocultar datos críticos, especialmente relacionados con el número de fallecimientos. Incluso, en abril pasado, el gobierno de Estados Unidos actualizó su postura oficial, respaldando la teoría de que el virus pudo haberse originado en un laboratorio de alta seguridad en Wuhan.
En Estados Unidos, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ha identificado menos de 20 secuencias de la variante NB.1.8.1 en su sistema de vigilancia, lo cual no alcanza el umbral necesario para su inclusión en el panel de control de datos. Aún así, el seguimiento continúa.
Aunque la OMS minimiza el riesgo global por ahora, la velocidad de propagación de esta nueva cepa —sumada a la opacidad informativa del régimen chino— exige vigilancia internacional activa y constante.