

Ana Karen Martínez Sarabia
23 jul 2025
Análisis Internacional
En 2025, el conflicto palestino-israelí recobró visibilidad debido a una combinación de detonantes que intensificaron la violencia y la crisis humanitaria en la región. La ofensiva terrestre más amplia sobre Rafah desde 2014, acompañada del colapso de servicios básicos en Gaza y el desplazamiento masivo de civiles hacia Egipto, así como el lanzamiento de cohetes desde Líbano atribuidos a Hezbolá, ampliaron el riesgo de que la confrontación se convirtiera en un conflicto regional (Amnesty International, 2025). Estas dinámicas, que atrajeron la atención de organismos internacionales y medios globales, revelan que el conflicto persiste como un problema estructural sin solución a la vista.
Este escenario se agrava por los eventos ocurridos desde octubre de 2023, cuando una incursión armada de Hamás en Israel, con más de mil personas asesinadas y alrededor de 200 secuestradas, provocó una respuesta militar de gran escala sobre Gaza. Los bombardeos israelíes, concentrados especialmente en el norte de la franja, dejaron miles de muertos y desplazados, reactivando un ciclo de violencia que ha marcado a Medio Oriente durante décadas (BBC News Mundo, 2023). Aunque estos hechos son recientes, son expresión de un conflicto que hunde sus raíces en más de un siglo de tensiones históricas.
La disputa tiene su origen en la desintegración del Imperio Otomano y el mandato británico sobre Palestina tras la Primera Guerra Mundial, así como en el ascenso del movimiento sionista que, impulsado por el antisemitismo europeo y el Holocausto, promovió la creación de un Estado judío (Khalidi, 2006). Con la fundación de Israel en 1948 y la Nakba —cuando cerca de 750,000 palestinos fueron desplazados o expulsados— comenzó una serie de guerras (1948, 1967 y 1973) que redefinieron fronteras y consolidaron un mapa fragmentado, donde Cisjordania y Gaza siguen bajo ocupación o asedio parcial (BBC News Mundo, 2023).
En este contexto, Estados Unidos ha sido un actor central, tanto por su alianza militar con Israel como por su capacidad de influencia en organismos internacionales. Israel es uno de los principales receptores de ayuda militar estadounidense, y esta relación le otorga ventajas estratégicas. A su vez, esto confluye con factores como la indefinición de las fronteras previas a 1967, la disputa sobre Jerusalén, el derecho al retorno de millones de refugiados y la división política interna entre Fatah y Hamás son ejes que han bloqueado repetidamente los intentos de negociación (Corte Internacional de Justicia, 2024).
El conflicto también impacta directamente al periodismo. Desde octubre de 2023, más de 50,000 palestinos han muerto en Gaza, incluidos al menos 185 periodistas y trabajadores de medios, una tasa de mortalidad superior al diez por ciento respecto a otros grupos ocupacionales (International Federation of Journalists [IFJ], 2024). La IFJ ha presentado evidencia ante la Corte Penal Internacional que apunta a ataques deliberados contra periodistas por parte del ejército israelí, asimismo, ha solicitado la apertura de Gaza a reporteros internacionales y el respeto al derecho internacional humanitario, mientras canaliza apoyos logísticos y humanitarios para profesionales de la prensa en el enclave (IFJ, 2024).
Para comprender por qué esta crisis parece interminable, hay que mirar más allá del alto al fuego, tres factores: territorialidad, identidad y geopolítica, sostienen su continuidad. La expansión de asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén Oriental, declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia (2024), no solo reduce las posibilidades de un futuro Estado palestino, sino que erosiona cualquier confianza entre las partes. Jerusalén, corazón espiritual y político de ambos pueblos, se mantiene como epicentro de tensión, mientras las potencias internacionales convierten el conflicto en un tablero geoestratégico que perpetúa la violencia.
Sin un acuerdo multilateral que proteja a ambas poblaciones, supervise los territorios en disputa y obligue al respeto del derecho internacional, cualquier tregua será apenas un respiro momentáneo en una historia que, por décadas, se ha reescrito con sangre.

