

José Juan Conejo Pichardo
19 jun 2025
Análisis del G7
Una cumbre marcada por la urgencia, la tensión y la estrategia electoral.
La reciente cumbre del G7 en Kananaskis, Canadá, estuvo lejos de ser una reunión simbólica. Fue un escenario donde se entrelazaron los intereses económicos, la diplomacia militar y los cálculos políticos de alto nivel. Donald Trump, con su protagonismo habitual, acaparó los reflectores con su llegada imprevista, su salida anticipada y sus silencios estratégicos. Fue un G7 al estilo Trump.
Más que una mesa de acuerdos, la cumbre fue una radiografía de un mundo dividido entre bloques comerciales, conflictos armados e incertidumbre diplomática. No hubo declaración conjunta sobre Ucrania, tampoco avances sustanciales en las tensiones con Irán, y lo que debió ser un foro de cooperación global terminó como un escaparate de tensiones bilaterales, ausencias y mensajes contradictorios.
Cinco claves para entender el G7 en Canadá.
1. Acuerdo comercial en suspenso: EE.UU. y Canadá en la cuerda floja
A pesar de las expectativas, Trump y el primer ministro Mark Carney no anunciaron un nuevo tratado comercial. Aunque ambos coincidieron en que podrían cerrar un acuerdo “en 30 días”, la realidad es que sus posturas siguen enfrentadas. Carney busca una relación económica renovada y equilibrada; Trump insiste en imponer aranceles en nombre de la seguridad nacional. La cumbre sirvió más para mostrar sus desacuerdos que para resolverlos.
2. Sheinbaum: entre la oportunidad diplomática y la frustración
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum asistió con la intención de tener su primer encuentro cara a cara con Trump. No ocurrió. La excusa fue una crisis en Medio Oriente que requirió su salida anticipada. A cambio, se concretó una llamada telefónica donde ambos coincidieron en trabajar juntos. Sin embargo, el fondo comercial y migratorio sigue sin resolverse, y México comparte con Canadá la presión arancelaria estadounidense. El gesto fue simbólico, pero no estratégico.
3. Modi y el reinicio tenso con Canadá
La visita del primer ministro indio Narendra Modi fue la más controversial. Las relaciones con Canadá están profundamente afectadas por el caso del activista Hardeep Singh Nijjar. Aunque no hubo ruptura formal, la presencia de Modi representó una provocación diplomática. El gobierno canadiense optó por el pragmatismo, pero la herida bilateral sigue abierta y sin reconciliación a la vista.
4. Zelenski sin Trump: el gran vacío estratégico
El presidente de Ucrania llegó a Canadá bajo el fuego real de una nueva ofensiva rusa. Quería reunirse con Trump para hablar de armamento, sanciones y un tratado comercial. No ocurrió. Trump no lo recibió, dejando un mensaje implícito: Ucrania no es prioridad, al menos no en tiempos de campaña. La falta de una declaración conjunta sobre Rusia e Irán reflejó no solo la división dentro del G7, sino también la fatiga internacional frente al conflicto.
5. Irán, Israel y el reloj nuclear
La cumbre fue escenario indirecto de un tema que arde en las sombras: el posible uso de la fuerza militar contra Irán. Trump, siempre orgulloso de no haber iniciado guerras, dejó abierta la puerta a intervenir si el programa nuclear iraní no se detiene. La postura fue respaldada por una dura declaración del G7 contra Teherán. Este giro bélico, en plena campaña electoral estadounidense, demuestra que la paz global depende de intereses nacionales, no de compromisos multilaterales.
Análisis Final: un G7 en clave electoral y de poder.
La cumbre del G7 en Canadá mostró a un Donald Trump más enfocado en su campaña e imagen presidencial que en el consenso global. Su salida anticipada, las llamadas en lugar de reuniones presenciales y su postura ambigua en conflictos clave (como Ucrania o Irán), revelan una estrategia pensada para el electorado estadounidense, no para el equilibrio internacional.
Canadá intentó jugar el rol de anfitrión conciliador, pero quedó atrapado entre sus tensiones internas con la India, la presión de su vecino del sur y la falta de cohesión entre los miembros del G7. México tuvo presencia, pero no influencia. India se mostró firme, pero incómoda. Y Ucrania, una vez más, quedó esperando apoyo contundente.
El G7 dejó más preguntas que respuestas: ¿Qué tanto valen hoy los foros multilaterales?, ¿quién lidera realmente la agenda global?, ¿y qué papel jugarán las potencias medias en un mundo dividido entre guerra, comercio y tecnología?.
La cumbre fue un espejo del mundo actual: caótico, multipolar y profundamente condicionado por el calendario electoral estadounidense. El futuro de los acuerdos, las alianzas y la paz dependerá no tanto de las cumbres, sino de las urnas.
Fuente de información de Reuters y fuentes diplomáticas.